viernes, 30 de diciembre de 2016
domingo, 25 de diciembre de 2016
miércoles, 21 de diciembre de 2016
Apreciado señor invierno
Apreciado señor invierno:
Hoy quiero escribirle esta carta para contarle algunas cosillas de las que estoy segura no es conocedor.
Siempre fue usted una de mis estaciones favoritas, me encantaba esa sensación de frío suave que el lugar privilegiado en el que vivo me aportaba. La posibilidad con que el mal tiempo afuera me favorecía para enrollarme en el sofá, bajo mantas, con una taza de chocolate caliente en una mano y el mando a distancia en la otra. Salir bien abrigada, con esa ropa de invierno que resulta siempre tan elegante, la cabeza cubierta de un precioso gorro a juego con la bufanda y los guantes, las botas… Pasear sin prisas, bajo mi paraguas, sintiendo la naturaleza lloriquear suavemente sobre mí.
Pero en contraposición llegaron los resfriados, catarros y gripes aferrándose a mi pecho cada vez con más fuerza. Vale que no todo era culpa suya, estar sudando mientras bailaba durante dos horas y luego salir a las inclemencias del tiempo, aunque lo hiciera muy abrigada, contribuyó mucho a que eso fuera así, al final mis bronquios quedaron tocados por siempre y respirar su frío significa para mí un invierno de tos y mocos.
Entenderá que ya no sea mi estación favorita, ahora le veo llegar y se me ponen los pelos como escarpias. Casi sin darme cuenta ya estoy estornudando y toca hibernar en mi casita, como un oso, si no quiero estar mala todo el tiempo que dura su visita anual.
Pero tranquilo, esos enclaustramientos voluntarios (o no tanto) contribuyen a que mis musas se adueñen de mi tiempo y de mi cabeza. Con cada invierno surgen nuevos proyectos, nuevos libros, nuevas vivencias volcadas en las páginas que propago aquí y allá.
Entre tos y tos surge un poema, un relato… algo que contar.
Entre tos y tos surge un poema, un relato… algo que contar.
Siento no poder darte, aún así, la bienvenida, ojalá este año no sea usted muy duro con nosotros. Acaba de llegar y ya escribo esto junto a la ventana que, desde primera hora del día, está siendo acariciada por una lluvia suave que intuyo fría. A mí me toca sentarme aquí e hibernar. Por fortuna no tengo nada a lo que salir obligatoriamente hoy a la calle y así, quizá, esta tos que hace días me martiriza pueda irse aliviando un poco.
Un saludo señor invierno, que su visita sea corta y leve.
©Luisa Chico
©Luisa Chico
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sábado, 17 de diciembre de 2016
lunes, 12 de diciembre de 2016
martes, 22 de noviembre de 2016
Letras y música
Suena el acorde en ritmo lento,
y mi alma acaricia
tus manos y tu boca
alentando esos sonidos
que me transportan,
me elevan, me envuelven
y me incitan a cerrar los ojos
para dejarme acariciar toda,
porque me dan la vida.
Esa música, tu música…
la que de pronto llega hasta mí
sin esperarlo,
en forma de melodía y voz,
y comienza a sonar sin pedir permiso
inundándolo todo,
llenando cada hueco en mi interior,
haciendo vibrar mi cuerpo por completo
y que desee unirme a ti en canción perpetua.
Esa música que nos acerca y nos une,
la que envuelve en un manto de ternura
arpegios y palabras,
cada segundo de vida,
cada tú… cada yo…
cada nosotros... cada día.
Por ella te conocí, por ella te amé.
Esta mezcla de sonidos y palabras
nos unió en lazo indisoluble
que nada podrá romper,
ni la distancia, ni el tiempo,
ni el desamor, ni el silencio,
ni el absurdo que parece querer alejarnos
y que caminemos distanciados,
ignorando que, cuando música y letras
se abrazan desde el alma,
nada ni nadie podrá jamás separarlos.
Soy feliz por ser palabra
y poder crecer contigo,
feliz por ser compañeros,
de vivencias y destino.
©Luisa Chico
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sábado, 19 de noviembre de 2016
Escuchar un poema
Y el poema se hizo voz…
Y las palabras dejaron de ser
brillante negro sobre blanco impoluto y ansioso
en comunión constante de grafías conexas o inconexas
que mostraban pasado y presente,
vivencias y sentimientos cabalgando entre las brumas,
uniendo lo real y lo irreal en mil giros
que las letras iban convirtiendo en historias
para ser leídas en la intimidad y el silencio,
en unión perfecta entre quien creaba y quien leía.
Pero un día, ese creador quiso ponerle voz al poema,
mirar a los ojos al sorprendido lector
que, de pronto, se encontró empapándose
de las vivencias que aquellas palabras le transmitían
desde la página impresa o caligrafiada.
Ahora los versos llegaban hasta él
en boca de su propio autor,
quien le contaba la historia
mirándole a los ojos,
sintiendo su palpitar ante lo escuchado,
arriesgando a que su propio gesto le indicase
que aquellas palabras,
que salieran un día de su pluma ligera,
no eran entendidas o aceptadas,
que su obra no había conseguido tocar
ese corazón que palpitaba en el pecho
del que le oía recitar su poema.
Pero ¡oh delicia!
Qué maravilla cuando vio brillar sus ojos de emoción
y percibió el temblor de sus manos
al sostener el papel que contenía
los versos que le regalaba.
Si leerle colmaba su mente
de miles de sentimientos y quimeras,
escuchar de su trémula voz
aquello que inspiró el poema
le colmó de júbilo infinito.
Ahora el sentimiento,
la palabra y la voz eran un todo,
y supo que a partir de ese momento,
cuando leyera perdido bajo un árbol
o en la intimidad de su hogar,
aquella voz seguiría presente en su memoria
y las palabras que serpenteaban sinuosas
por la página en blanco,
cobrarían nueva vida.
Y agradeció al poeta
el haberle puesto voz a su creación.
©Luisa Chico
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sábado, 12 de noviembre de 2016
Mar
Tú que nunca me fallas.
Que siempre estás ahí para mí,
cálido, paciente, susurrante.
Tú que absorbes mis lágrimas
cuando hace falta,
que me arropas,
me acunas y me mimas,
Que juegas conmigo
haciéndome olvidar
realidades inconfesas
y a veces punzantes.
Tú que me esperas paciente
y jamás recriminas
la largura de mi ausencia.
A ti te canto hoy
desde la soledad impía,
en esta noche sin luna
en que ni los grillos
han querido cantar
porque la tierra es dura y fría.
En esta noche sin luna,
ni estrellas,
ni música,
ni amor…
ni nada.
Desde el vacío infinito
en que moramos
aquellos que ya no importamos
ni a ellos, ni a Él, ni a nadie.
Hoy quisiera sepultar mi dolor
en tus quietas aguas de otoño,
sumergirme bajo tu espuma luminiscente
olvidando todo… y a todos,
pero solo me sentaré aquí
sobre la arena húmeda
dejando que lamas mis pies
ya de por si helados,
mientras cierro los ojos al mundo,
al amor,
a esta vida que no quiero vivir.
©Luisa Chico
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martes, 8 de noviembre de 2016
El reto
Un trabajito de mi efímero paso por el Taller de Literatura del Ayuntamiento de La Laguna...
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Adela había aceptado aquel encargo lleno de responsabilidad sin haber calibrado bien las consecuencias. «¿En qué diablos estaría yo pensando cuando dije si?» Se preguntaba mientras corría aquí y allá por el camerino atusando tutús, colocando lazos, corrigiendo posturas o instando al calentamiento de músculos a unas y otras.
Aquel grupo de adolescentes que la miraban entre asustadas y felices la hacían volver a sus años de juventud y entonces lo supo, había aceptado porque a su avanzada edad necesitaba toda aquella adrenalina para sentirse viva.
Sonrió a María que estiraba junto a la barra con toda la serenidad de que era capaz, a pesar de que los nervios ante la inminencia de aquella función parecían querer paralizarla.
De pronto, entre paseos inquietos por el camerino, Adela se percató de que María ya no estaba en la barra, miró alrededor buscándola y la vio salir apresuradamente hacia el cuarto de baño, el corazón comenzó a latirle apresuradamente en el pecho. Estaban a punto de llamarlas a escena y María era la primera bailarina de la obra. Corrió tras ella apresurada y a punto de darle un ataque de nervios. Todo su prestigio como profesora de danza dependía de aquella actuación resultase impecable, no quería fallarle a quienes habían confiado en ella, a pesar de sus años, para sacar aquel proyecto adelante. Encontró a María devolviendo en el lavabo y la consoló como pudo, ella conocía bien las malas pasadas que los nervios jugaban ante la responsabilidad.
«No se preocupe doña Adela, ya estoy mejor, bailaré como nunca y lo haré por usted». –un suspiro de alivio y ternura elevó su pecho al escucharla. ¡Se sentía tan orgullosa de sus chicas!
-¡Grupo Siemprevivas, a escena…! -Llamaban desde el pasillo.
Y juntas salieron del cuarto de baño. A ambas las esperaba un reto.
©Luisa Chico
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sábado, 29 de octubre de 2016
lunes, 24 de octubre de 2016
sábado, 15 de octubre de 2016
lunes, 10 de octubre de 2016
sábado, 8 de octubre de 2016
miércoles, 5 de octubre de 2016
domingo, 2 de octubre de 2016
sábado, 1 de octubre de 2016
viernes, 30 de septiembre de 2016
martes, 27 de septiembre de 2016
sábado, 24 de septiembre de 2016
miércoles, 21 de septiembre de 2016
Volver a vivir mi paz
Hoy, Día Internacional de la Paz, me ha parecido adecuado rescatar uno de mis artículos, no publicados aquí, para contribuir a mi manera a celebrarlo. Podría haber escrito algo sobre la paz del mundo, tan necesaria en los tiempos que corren, pero pensé que de eso ya se encargarían otros y que yo iba a elegir MI paz como celebración. Quizá pueda sonar algo egoísta pero es que creo firmemente en que la paz comienza por nosotros mismos. En un mundo de personas infelices, ambiciosas y amargadas, que viven lejos de su paz interior, difícilmente podrá florecer la paz del mundo.
«Volver a vivir mi paz»
Lo necesitaba. Mi tiempo, mi espacio, mi descanso, mi vida…
Con que ingenuidad ponemos a veces en riesgo todo eso sin pensar mucho en las consecuencias de hipotecarlo todo en pro de una idea o un sueño,
Fueron muchas las horas invertidas en una ilusión, en tratar de hacer realidad un sueño que ni siquiera era sólo propio, o quizá fuese eso mismo lo que hizo que me volcara en él con tanto ahínco, los demás… siempre los demás por encima de mis intereses, de mis gustos, de mis momentos…
Pero un día me detuve el tiempo justo para mirar alrededor, para mirar atrás y valorar los logros alcanzados, de mirar en mi entorno y ver que me transmitían aquellos rostros que no siempre sonreían, de mirar al frente, a lo lejos, esperando alcanzar a ver cuan difícil resultaría aún el camino elegido.
Y en aquel recodo del sendero me senté a valorarlo todo. Eché la vista atrás al momento que vivía antes de emprender aquel “viaje”. Recién jubilada, todo mi tiempo libre para disponer de él a mi antojo. Mi vida reorganizada por fin con las cosas tan claras…
Recordé este espacio, mi blog personal, que tan abandonado había dejado. Mi rincón literario en el que daba cobijo a mis ensoñaciones, a mis reflexiones, a mis sueños, a los escritos que habían sido mis mejores compañeros de vida… Ahora ya no escribía, incluso las dos novelas empezadas hacia tiempo dormían en mis archivos inacabadas. No tenía tiempo…
Al pensar en mis libros recordé también mi maravilloso hábito de leer cuantos libros caían en mis manos. No pude recor el título del último que había leído a gusto, sentada junto a la ventana de mi salón o bajo el pino de mi huerto.
Reparé en las flores a mí alrededor, otra de mis pasiones aparcadas en pro del nuevo sueño. Aunque no había dejado de fotografiarlas los archivos que las contenían volvían a estar revueltos, perdidos, la página casi abandonada, sin tiempo para un gratificante paseo con los amigos que comparten mi pasión… Incluso había dejado decaer mi jardín dado que su lejanía de casa me impedía disponer del tiempo necesario para atenderlo, nunca le agradeceré bastante a mi hermano que al menos él se desplazase hasta allí para seguir regando mis plantas.
Mire a lo lejos, al mar, mi amado mar, el que tantas veces inspiró mis poemas, mi compañero, mi amigo… Y de pronto caí en la cuenta que hacía meses que no paseaba sus orillas ni me dejaba acariciar por sus olas.
Intenté levantarme para seguir mi paseo, inmersa en los pensamientos que esa tarde me abrumaban, y un pinchazo en la zona lumbar me recordó los cientos de horas pasados sentada ante mi ordenador intentando cumplir con todo el que al parecer me necesitaba. (¿Quién me había hecho creer eso?)
Cambié el bolso de brazo porque también de derecho se quejaba en una tendinitis que no terminaba de curarse -difícil si seguía cada día horas y horas en el pc-.
Recordé las citas médicas aplazadas u olvidadas en aquel tiempo, como si todo lo demás fuese más importante que mi salud, sonreí con tristeza al pensarlo, solo yo era la culpable de todo eso, ahora tocaba bregar con las consecuencias, y aunque las piernas hinchadas no me ayudaban mucho seguí paseando, seguro que al menos ellas me lo agradecerían.
Intenté valorar lo conseguido hasta ese momento. Lo bueno y lo malo de aquella trayectoria fue desfilando por mi mente, y aunque pesaba más lo bueno que lo malo, el peso de la dejadez, la incomprensión, la lucha diaria, las decepciones, etc. me aplastaba como una losa hasta tal punto que decidí valorar si realmente mi labor era necesaria.
Miré al frente tratando de calibrar el futuro, el mío personal y el de mi “viaje” por la utopía que me había propuesto.
Ahora ya el camino estaba abierto, yo no era necesaria, lo tuve claro enseguida. Si el “viaje” realmente merecía la pena alguien tomaría las riendas por mí y yo podría por fin descansar y recuperar mi vida. Si por el contrario nadie asumía el reto, seguramente querría decir que nuestra utopía no interesaba lo suficiente como para que alguien dedicase su tiempo y su esfuerzo en seguir adelante.
Durante días las ideas de aquella tarde rondaron por mi mente, sopesé los pros y los contras de la decisión que estaba a punto de tomar… Y lo hice.
Esa noche pude por fin dormir de un tirón mis ocho horas de siempre y la paz volvió a mi vida y a mi corazón. Mi misión estaba cumplida y me sentía orgullosa por los logros conseguidos, lo demás…, ya no estaba de mi mano.
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lunes, 19 de septiembre de 2016
martes, 13 de septiembre de 2016
jueves, 8 de septiembre de 2016
domingo, 4 de septiembre de 2016
sábado, 3 de septiembre de 2016
jueves, 28 de julio de 2016
La alpispa y su acequia
y me acerco sigilosa posándome cerca… contigo.
No me atrevo a remojarme en tus aguas cristalinas,
pero mis alas se abaten y me quedo allí prendida.
Contemplo tu burbujeo que salpica mi plumaje,
quitándome así las ganas de continuar con mi viaje.
Suaves gotas de rocío que alimentan mi existencia
que me invitan a vivir cuando estoy en tu presencia.
Bastaría dar un paso, un simple y corto aleteo
para envolverme en tu abrazo refrescante y placentero.
Y beber de tu ambrosía transportándome hasta el cielo
allí donde los placeres no necesitan consuelo.
¡Ay, mi acequia tan cercana! ¿Por qué te pienso tan lejos
si me has devuelto la vida al detenerse mi vuelo?
©Luisa Chico
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http://ift.tt/2aMmJdV July 28, 2016 at 11:45AM
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