sábado, 12 de noviembre de 2016

Mar


Tú que nunca me fallas.
Que siempre estás ahí para mí,
cálido, paciente, susurrante.
Tú que absorbes mis lágrimas 
cuando hace falta, 
que me arropas, 
me acunas y me mimas,
Que juegas conmigo 
haciéndome olvidar 
realidades inconfesas 
y a veces punzantes. 
Tú que me esperas paciente 
y jamás recriminas 
la largura de mi ausencia.
A ti te canto hoy 
desde la soledad impía, 
en esta noche sin luna 
en que ni los grillos 
han querido cantar
porque la tierra es dura y fría.
En esta noche sin luna,
ni estrellas,
ni música, 
ni amor… 
ni nada.
Desde el vacío infinito 
en que moramos 
aquellos que ya no importamos
ni a ellos, ni a Él, ni a nadie.
Hoy quisiera sepultar mi dolor 
en tus quietas aguas de otoño,
sumergirme bajo tu espuma luminiscente
olvidando todo… y a todos,
pero solo me sentaré aquí
sobre la arena húmeda
dejando que lamas mis pies 
ya de por si helados,
mientras cierro los ojos al mundo,
al amor,
a esta vida que no quiero vivir.

©Luisa Chico


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